Normal 0 21 false false false MicrosoftInternetExplorer4

 

                                                              I: La desgracia

 

RamiroRosano, despertó de esa pesadilla tan horripilante, y tan real a la vez, unapantera negra, con esos ojos amarillentos tan atrapantes, lo perseguía y lemordió el pie, no lo soltaba, su hermana lo ayudaba a soltarse, pero no podía,luego despertó, todo sudado, su cara transpiraba como cuando corría para sucolegio, tan ágil. Su vista daba al cuadro que le regalo su abuela en el año2005 cuando él enfermo de hepatitis, lo halagaría su padre si estuvierapresente. Era abstracto pero cada persona que lo veía se imaginaba una cosadistinta. Ramiro imaginaba a su perro corriendo detrás de una carreta antigua,su hermana menor Valentina de 9 años, imaginaba dos autos corriendo carreras,su madre estaba segura que ella solo veía cuadrados, triángulos y juego decolores. ¿Quién tenía la razón?”, nadie, solo es para probar cuánta imaginacióncada uno tiene, decía diariamente la abuela Susy.

Al rato queRamiro despertó de tal pesadilla, se escucho un grito y como era el hombre dela casa debía ir a ver.

-         ¿Quiénestá ahí? – preguntó seguidamente.

Nadiecontesto, se escucho que un vidrio se rompió.

Agarró unbate de béisbol para más seguridad. El ruido se escuchaba de la cocina. Perolos gritos del pasillo que llevaba al baño, a la pieza de su madre, y a lapuerta del patio, pensó que tal vez el grito vendría de afuera.

Primero fuea su cocina. Encontró un gato negro, arriba de su mesa, mirándolo atentamente, teníalos mismos ojos que la pantera negra que vio en su pesadilla.

-         ¡Fuera!– le gritó el muchacho.

El gato lomiraba atento sin moverse, sin pestañar, sin acaso mover su cola.

-         Buscasdesgracia acaso. Vete de acá no hay comida para animales – quiso empujarlo,pero el gato lo rasguño en su mano.

Aparece suhermana Valentina, preguntando a gritos que pasaba. Pero Ramiro nunca oyó algoque ella le haya dicho.

Cuando lapequeña dio su aparición, el gato, la miró, gruñó y se fue. Saltando de la mesaa la ventana que daba a la calle de afuera.

-         Abierta,abierta, quien deja la ventana abierta – renegaba Ramiro.

-         Mamá,seguramente se habrá olvidado – agregó la pequeña

-         Despuésquiere que no haya desgracias

El gritoque escuchó Ramiro se volvió a oir. Fue su madre. Auxilio gritaba.

Ramiro, tanangustiado como siempre por su única madre, corrió a ver que ocurría.

Estabadesparramada, en su cama, largando sangre por su boca, su madre Estela, sufríade hemorragia, y cada día empeora más. Ramiro cerró la puerta para queValentina no vea lo que ocurriera.

Sus ojosestaban completamente blancos, perdidos en un mar de ilusión.

Ramiropedía a dios que lo ayude, ni el sabía lo que hacia. Solo pensaba en ella peroa la vez en tantas cosas. Agarró el celular de su madre llamando al DoctorEugenio Richas, que atendía a su madre en caso de emergencia.

 

Ladesgracia había ocurrido, el gato la trajo, la pesadilla. Aunque Ramiro era muymiedoso en caso si se le aparecía un gato negro. Desde la muerte de su madre,las cosas empeoraron, Ramiro y Valentina se marcharon a vivir a la casa de suabuela Susy. Sabían que era la única que podía comprenderlos en tal caso.Ramiro desde tal día odio su vida, la de su hermana, la de su padre y la de sumadre. Se odiaba a él. Odiaba a Susy porque era una maniática, pero ella loamaba a él. No entendía porque las cosas le ocurrían a el, ¿porque? Sepreguntaba así mismo. La vida es un montón de preguntas, ni dios puedecontestarlas. Dios se cansó de todos nosotros y nuestras desgracias. No leimportamos.

La casa dela abuela Susy quedaba al noroeste de Argentina, en la provincia de Misiones,no vivían en la ciudad, sino que en el campo. Unos kilómetros antes del ParqueNacional Iguazú, uno de los más conocidos y visitados lugares turísticos delpaís.

Diariamente,Ramiro salía de compras en una carreta junto a Susy y su perro Dogma, un grandanés de gran altura, negro y con la vista siempre fija en un punto, suele seramable solo con las personas que le hacen unos que otros mimos, por cierto, conRamiro se llevaba fenomenal, pero muchísimo mejor con Valentina, la pequeña.

 

 

Uno de losdías en que La abuela y Valentina salían a cortar algunas verduras para el almuerzodel medio día, comenzaron a entrar autos negros, bien lujosos como el quetenían hace años los padres de Ramiro, Frenaron junto a la casa, y comenzaron abajarse hombres vestidos de negro, aproximadamente eran 6.

Susy dejóde cortar las verduras y corrió a ver que ocurría. Al poder acercar su vista alos hombres, pudo reconocer a uno de ellos, Gabriel Gordón.

-         ¡Queridoamigo Gordón! ¿Cómo estás?, tanto tiempo querido – Lo abrazaba y elogiaba laabuela al tan conocido Científico.

-         Susyquerida, que bella estas, no te ha salido todavía ninguna arruga – tambiéncomenzaba a coquetear Gordón.

Valentinano comprendía nada, entonces corrió a buscar a Ramiro.

Desdeafuera de la casa se escuchan los alaridos de Valentina “¡vamos Ramiro, ven, levántate, hay unos hombres locos que van a raptara la abuela!”.

Los hombrescomenzaron a largar carcajadas, mientras la abuela Susy seguía reconociendogente, entre ellos, la dueña de la revista más conocida, María Belén Surano; Eldoctor Víctor Echeverria; el querido profesor de Ciencia y también conocidocomo escritor, Morgan Selman, junto a su hija Camila de 14 años, dos años menorque Ramiro; y había alguien que no conocía, pero al rato descubrió que es elfamosísimo antropólogo Marcos Denevi, también fotógrafo.

Morganabrazo a Susy, y le dijo.

-         Estamosaquí querida compañera, para comenzar nuestro viaje a las cataratas del Iguazú,comprenderás que estoy comenzando el libro, “Está aquí oculto”, y deboterminarlo cuanto antes, porque ya están promocionándolo –

-         Noentiendo a que quieres llegar Morgan – le dijo Susy.

-         Haceunos años, yo, junto a mi querido compañero de trabajo el amigo Marcos Denevi,comenzamos una investigación sobre Las cataratas del Iguazú, solo íbamos acubrir horas, y a descubrir nuevos tipos de vida. Pero una noche, yo junto aMarcos y a otro compañero, el señor, Lorenzo Valdés, descubrimos que lascataratas ocultaban algo, algo brillaba, era de color verde, y a sus bordes uncolor rojo, impactante, la verdad. Los tres quedamos mirando el granespectáculo que nos brindaba la catarata mayor, hasta que una sombra tapa estaluz, era delgada, no la recuerdo muy bien. Y una flecha, tan rápida que ningunode los tres llego a verla, salió de tal catarata y se disparó a nuestro amigoLorenzo, dejándolo intacto en el piso. Fue cuando nos debimos ir para socorrera nuestro compañero, y nos tuvieran prohibida para siempre la entrada a lascataratas. – Explicó Morgan, mirando a toda la gente que estaba a su alrededor,incluyendo a Ramiro y Valentina.

-         Entiendoahora, pero ¿que quieren que haga?, ¿que vaya por ustedes y de paso me matan? –advirtió la abuela riendo con soberbia.

-         Noanciana – Dijo Víctor sumándose al costado de Morgan y Susy – lo que hicimosfue cambiarle el DNI a Morgan y al Sr. Denevi, y entraremos a esas cataratas,no me importa como, solo me importa es saber que ocurre ahí dentro. EntiendesSusy, si lo descubrimos, nos volveremos más famosos, millonarios, yo sólo irépara socorrerlos a ustedes, pero Morgan, Debe ir para terminar de escribir ellibro que había comenzado; El científico Gordon, para experimentar, y explicara la ciencia, los nuevos elementos, las nuevas formas de vida, nuevas curas,que se encuentran allí; María Belén Surano debe ir contigo, su nota debeaparecer en su revista, junto con las fotografías que sacará Denevi, tu Susyquerida, debes reanudar tu trabajo junto a María Belén en la revista, SEREMOSMILLONARIOS COMPAÑEROS, SEREMOS MILLONARIOS.